Poem of the day

Oda
by Francisco de la Torre (c. 1460-c. 1504)

Claras lumbres del cielo y ojos claros
del espantoso rostro de la noche,
corona clara y clara Casiopea,
      Andrómeda y Perseo,

vos, con quien la divina Virgen, hija
del Rector del Olimpo inmenso, pasa
los espaciosos ratos de la vela
      nocturna que le cabe,

escuchad vos mis quejas, que mi llanto
no es indicio de no rabiosa pena;
no vayan tan perdidas como siempre
      tan bien perdidas lágrimas.

¡Cuántes veces me vistes y me vido
llorando Cintia, en mi cuidado el tibio
celo con que adoraba su belleza
      un su pastor dormido!

¡Cuántas veces me halló la clara Aurora
espíritu doliente, que anda errando
por solitarios y desiertos valles,
      llorando mi ventura!

¡Cuántas veces mirándome tan triste
la piedad de mi dolor la hizo
verter amargas y piadosas lágrimas
      con que adornó las flores!

Vos, estrellas, también me vistes solo,
fiel compañero del silencio vuestro,
andar por la callada noche, lleno
      de sospechosos males.

Vi la Circe cruel que me persigue,
de las hojas y flor de mi esperanza,
antes de tiempo y sin razón cortadas,
      hacer encantos duros.

Cruda visión, donde la gloria, un tiempo
adorada por firme, cayó, y donde
peligró la esperanza de una vida
      de fortuna invidiada.

¡Ay, déjenme los cielos, que la gloria,
que por fortuna y por su mano viene,
no será deseada eternamente
      de mi afligido espiritu!

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